¿Qué es la construcción bioclimática?
La construcción bioclimática no es ninguna técnica especial ni sofisticada, sino simplemente de “arquitectura con sentido común”, que tiene en cuenta a la hora de plantear un edificio el clima del lugar donde se construirá, la presencia de vegetación, los vientos dominantes, etc. La arquitectura bioclimática tiene en cuenta estos factores para diseñar edificios con un máximo de confort en su interior y un consumo mínimo de energía convencional. Es decir, intenta sacar el máximo partido de las condiciones del entorno.
¿Cómo aprovecha el entorno una casa bioclimática? Las viviendas bioclimáticas se adaptan a las condiciones de insolación, temperatura, viento y humedad, mediante diseños ingeniosos.
En principio, se trata de edificios muy bien aislados, por lo tanto con una gran inercia térmica. Por ello, sus requerimientos de calefacción o aire acondicionado son mínimos.
Además, la forma del edificio y la disposición de sus elementos, así como los colores empleados y la disposición de la vegetación a su alrededor le permiten incluso aprovechar de manera activa los recursos energéticos de su entorno inmediato.
Para conseguir este objetivo, podemos actuar sobre varios aspectos principales:
- La localización del edificio, para aprovechar el microclima que crea la la forma del terreno, y la vegetación existente.
- La orientación, para captar de la manera más adecuada la luz solar.
- Los materiales de construcción: utilizando de preferencia aquellos más empleados en la región, y por lo tanto más baratos y de más fácil obtención.
- La forma del edificio y la distribución de sus huecos. Actuando sobre la envolvente del edificio podemos reducir al mínimo la pérdida de calor en invierno y la ganancia de calor en verano. Esto puede incluir la construcción de lucernarios, patios, chimeneas de refrigeración, voladizos para disipar el calor, etc.
- El color de las paredes y techos. Los colores claros reflejan la luz del sol y contribuyen a refrigerar la vivienda. En viviendas aisladas, un tejado claro frente a uno oscuro reduce la carga térmica de la vivienda en un 50%.
- Elementos exteriores y complementarios, como pueden ser pantallas de vegetación y pérgolas, toldos, persianas fijas y móviles, etc.
Algunos ejemplos de soluciones bioclimáticas para ahorrar energía en iluminación y en climatización
- En climas fríos y nublados, amplias cristaleras orientadas al sur permiten captar la luz y el calor del sol.
- En climas muy soleados podemos utilizar ventanas pequeñas y sistemas que permitan iluminar las habitaciones sin sobrecalentarlas. Uno de estos sistemas son las chimeneas de luz solar. Se trata de conductos recubiertos de materiales reflectantes que van desde la cubierta de la vivienda a la habitación que se desea iluminar. Tan sólo la luz, y no el calor, llega a la habitación.
- La construcción de pequeñas chimeneas (parecidas a las chimeneas de ventilación de los barcos) en viviendas situadas en clima cálido mejora la ventilación y proporciona un sistema de refrigeración efectivo y gratuito.
- Los muros trombe consisten en paredes acristaladas orientadas al sur. El aire se calienta a alta temperatura dentro del cristal, y tiende a subir. Si lo canalizamos al interior de la vivienda, obtenemos calefacción. Y también podemos emplearlo para crear un tiro forzado de aire, que crea una corriente de aire fresco en el interior de la casa.
- Rodeando la casa de árboles de hoja caduca, aprovechamos el freno a la luz solar que supone el follaje en verano pero seguimos disfrutando del sol en invierno.
- Una pared húmeda, o incluso por la que circula una fina lámina de agua, refrigerará la casa, pues el agua, al evaporarse, absorbe gran cantidad de calor. En general, patios interiores con plantas y estanques contribuyen a refrigerar el edificio.
- Al pintar la casa de blanco, reducimos la absorción de calor por los muros. Un tejado claro, frente a uno oscuro, reduce la carga térmica (absorción de calor) en un 50%.